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¿Qué gano yo? Aprende a empezar o dejar cualquier hábito.

Haz echo la elección: ¡no más cigarros! O tal vez es ¡no más comida chatarra! Por algunas semanas, las cosas van bien. Estás orgulloso de ti mismo. Pero entonces, un día, el deseo vuelve fuerte – y estás de vuelta a tus viejos hábitos.

¿Suena a algo que has oído antes? Si es así, ya conoces el poder de los hábitos.

¿Pero de donde viene el poder de los hábitos? Como verás en este artículo, los hábitos penetran profundo en el cerebro y controlan nuestras vidas de muchas formas. Y si bien pueden hacer nuestra vida más fácil – piensa si tuvieras que descifrar como abrir una puerta cada vez que vieras una – los hábitos también pueden causar problemas y hasta arruinar vidas.

Afortunadamente, aprendiendo cómo funcionan los hábitos, puedes empezar a deshacerte de su poder. Así que ¡saltemos dentro del mundo de los hábitos!

En este artículo, aprenderás:

  • Por qué el deseo es la parte principal de formar un hábito;
  • Lo que hacer bombones a un lado nos puede decir sobre los hábitos; y
  • Qué es el método LATTE.

Los hábitos están basados en rutinas/recompensas que ahorran esfuerzo.

En los 1990s, investigadores en el MIT estudiaron ratones para aprender como los hábitos comienzan en el cerebro. Los ratones tenían que encontrar su camino hacia un poco de chocolate al final de un laberinto. Usando equipo especial, los investigadores podían mirar los cerebros de los ratones mientras encontraban el chocolate.

Cuando los ratones eran puestos en el laberinto, su actividad cerebral se incrementaba mucho. Podían oler el chocolate y empezaban a buscarlo. Cuando los investigadores hicieron el experimento otra vez, encontraron algo interesante.

Conforme los ratones aprendieron donde estaba el chocolate y como llegar ahí – ir derecho, girar a la izquierda – su actividad cerebral bajó.

Esto, volver las acciones en rutina es llamado “fragmentar”, y es lo que comienza todos los hábitos. Su rol está claro: permite al cerebro ahorrar energía y hacer las cosas bien.

Entonces, aunque algo necesite concentración al principio, como encontrar el chocolate en el laberinto o conducir un carro, pronto se vuelve un hábito fácil. De acuerdo un artículo de 2006 de la universidad de Duke, tanto como el 40% de las cosas que hacemos cada día son hábitos.

Normalmente, cualquier hábito puede ser descompuesto en tres partes:

Primero, hay una señal– digamos, tu alarma sonando. Esto hace que tu cerebro trabaje más mientras tu cerebro decide cuál hábito es mejor para la situación.

Luego viene la rutina, que significa la cosa que estás acostumbrado a hacer con esa señal. Vas al baño y te cepillas los dientes con tu cerebro en piloto automático.

Después, tienes una recompensa – una sensación de éxito y, en este caso, una sensación fresca en tu boca. Tu cerebro trabaja más nuevamente mientras se da cuenta que hiciste la rutina y hace el enlace entre la señal y la rutina más fuerte.

Los hábitos son muy difíciles de romper. En algunos casos, la gente con mucho daño cerebral aún puede mantener sus viejos hábitos. Por ejemplo, Eugene, un hombre con daño cerebral. Cuando le pidieron señalar a la puerta de la cocina desde su sala, no pudo hacerlo, pero cuando le preguntaron qué hacer si tenía hambre, él camino a la cocina y bajo un frasco de uno de los gabinetes.

Eugene pudo hacer esto porque aprender y mantener hábitos ocurre profundo en el cerebro. Aún si el resto del cerebro está dañado, esta parte del cerebro puede trabajar normalmente.

Tristemente, debido a que los hábitos son fuertes, aun cuando dejas un mal hábito, como fumar; siempre tendrás el riesgo de volver a empezar.

Los hábitos se quedan porque crean un deseo.

Imagina esto: cada tarde durante el año pasado, has comido una deliciosa galleta de la cafetería en tu trabajo. Es una recompensa por un día de trabajo duro.

Lamentablemente, has comenzado a ganar peso. Así que decides dejar ese hábito. ¿Pero cómo crees que te sentirás esa primera tarde, caminando alado de la cafetería sin la galleta? Muy probablemente, o comerás solo “una galleta más” o te iras a casa sintiéndote molesto.

Dejar un mal hábito es difícil porque tienes un deseo por el premio al final. Estudios de los 1990s por Wolfram Schultz muestran como esto trabaja en el cerebro. Schultz estaba estudiando el cerebro de un mono llamado Julio, quien estaba aprendiendo a hacer diferentes tareas. En un experimento, Julio fue puesto en una silla en frente de una pantalla. Cuando algunas formas de colores se mostraban, la tarea de Julio era jalar una palanca. Cuando lo hacía, una gota de jugo de zarzamora (Julio amaba el jugo de zarzamora) caía en sus labios.

Primero, Julio no ponía mucha atención a la pantalla. Pero cuando jalaba la palanca en el momento correcto, obteniendo el jugo de zarzamora, su cerebro comenzó a trabajar mucho más, mostrando una respuesta más fuerte.

A medida que Julio entendía lentamente cómo funcionaba ver las formas en la pantalla, jalar la palanca y obtener el jugo de zarzamora, él no solo miraba la pantalla, sino que tan pronto como las figuras aparecían, el cerebro de Julio empezaba a trabajar como si ya hubiera obtenido el premio. En otras palabras, su cerebro había comenzado a esperar el premio. Esta expectativa es por lo que los hábitos son tan fuertes.

Schultz cambió entonces el experimento. Ahora, cuando Julio jalaba la palanca, no saldría jugo, o estaría diluido. En el cerebro de Julio, Schultz podía ahora mirar a las cosas que hacer con deseo y frustración. Julio se molestó cuando no recibió su premio, justo como tu harías si no recibieras tu galleta al final del día.

La buena noticia es que ese deseo funciona para empezar buenos hábitos también. Un estudio de 2002 de la universidad estatal de Nuevo México mostró que la gente que hace mucho ejercicio desea algo del ejercicio. Este deseo es lo que mantiene el hábito; señales y recompensas no son suficientes.

Debido al poder de los hábitos, no debería ser sorpresa que las compañías trabajan para entender y crear deseos en los consumidores. Alguien que trabajó mucho en esto es Claude Hopkins, el hombre que hizo famosa la pasta dental Pepsodent cuando muchas otras marcas de pasta dental habían fallado. El hizo una recompensa que creaba deseo: la sensación fresca y hormigueante que ahora esperamos que tenga la pasta dental. Esa sensación no solo “comprobó” que el producto funcionaba para los consumidores; sino también se volvió una recompensa que empezaron a desear.

Para cambiar un hábito, cambia la rutina por otra y cree en el cambio.

Como cualquiera tratando de dejar los cigarros te dirá, cuando el deseo comienza, es difícil de ignorar. Es por eso que la regla de oro para dejar cualquier hábito es esta: no trates de detener el deseo; cámbialo. Debes mantener las mismas señales y recompensas, pero cambiar la rutina.

Muchos estudios en ex fumadores han mostrado que – al mirar a las señales y recompensas alrededor de su hábito de fumar y cambiando la rutina con una que tiene una recompensa similar, como hacer lagartijas, comer una pieza de Nicorette o relajarse por unos minutos, las oportunidades de mantenerse sin fumar se incrementaban mucho.

Una organización que hace esto es Alcohólicos Anónimos (AA), que ha ayudado a tantos como diez millones de alcohólicos a dejar de beber. La AA le pide a la gente listar que desean de beber. Normalmente, cosas como relajarse y estar con amigos son más importantes que embriagarse. La AA entonces da nuevas rutinas que cambian esos deseos, como ir a reuniones y hablar con patrocinadores. La idea es cambiar el beber por algo mejor.

Pero, investigaciones en miembros de AA muestran que, aunque este método funciona bien, no es suficiente. A principios de los 2000s, un grupo de investigadores del Grupo de Investigación de Alcohol de California notaron un patrón en sus entrevistas con miembros de AA. Una respuesta que recibían mucho era que el método funcionaba, pero, tan pronto como algo estresante pasaba, el viejo hábito era muy fuerte para detenerlo, no importa que tanto habían estado en el programa. Por ejemplo, un ex alcohólico había estado sobrio por años cuando su madre llamó para decirle que tenía cáncer. Después de colgar, dejó su trabajo y fue directo a un bar, y entonces estuvo “prácticamente ebrio por los siguientes dos años”.

Mas investigaciones han mostrado que los que se mantienen sobrios mucho tiempo, seguido dependen de creencias. Es por esto que se habla mucho de religión y de Dios en las reuniones AA. Puede que no sea la religión lo que ayuda a la gente a mantenerse sobria. Creer en Dios también ayuda a la gente a creer en un cambio para ellos, lo que los hace más fuertes cuando cosas estresantes ocurren.

El cambio puede hacerse enfocándose en hábitos “clave” y pequeñas victorias.

Cuando el ex burócrata Paul O’Neill se volvió el director general de la compañía de aluminio Alcoa en 1987, los inversionistas no creían en él. O’Neill no mejoró las cosas cuando, durante una reunión en un hotel en Manhattan, dijo que, en vez de enfocarse en hacer dinero, quería hacer la seguridad en el lugar de trabajo su enfoque número uno. Un inversionista llamó a sus clientes y dijo “la mesa directiva puso a un hippie loco a cargo y va a matar a la compañía”.

O’Neill trató de explicar porque a los inversionistas. Solo hablar no reduciría las lesiones en Alcoa, dijo. Seguro, la mayoría de los directores afirmaban que les importaba la seguridad. Pero solo decirlo no haría que la compañía comenzara un hábito, que era lo que se necesitaba para un cambio. O’Neill sabía que los hábitos existen en las compañías. Y sabía que cambiar una compañía es cuestión de cambiar sus hábitos. También sabía que no todos los hábitos son iguales. Algunos hábitos, conocidos como los hábitos clave, son más importantes que otros porque apegarse a ellos crea buenos efectos que ayudan en otras áreas.

Al decir que la seguridad del trabajador es primero, los gerentes y trabajadores tendrían que pensar acerca de cómo el trabajo podía ser más seguro y como las sugerencias podían ser compartidas con todos. El resultado sería una mejor compañía que hacía más dinero. Aunque los inversionistas tenían dudas al principio, el método de O’Neill fue un gran éxito. Para cuando O’Neill se retiró en el 2000, los ingresos de Alcoa habían crecido cinco veces más que cuando él comenzó.

Los hábitos clave también pueden ayudar a la gente a cambiar. Investigaciones muestran que los doctores encuentran difícil conseguir que la gente obesa haga un cambio en sus vidas. Pero cuando los pacientes se enfocan en un hábito clave, como llevar un diario de comida, otros hábitos positivos comienzan a pasar. Los hábitos clave funcionan proveyendo pequeñas victorias – cambios que son fáciles de hacer. Desarrollar un hábito clave te ayuda a pensar que puedes estar mejor en otros aspectos de tu vida también, lo que puede empezar muchos cambios positivos.

La fuerza de voluntad es el hábito clave más importante.

En los 1960s, investigadores de Stanford hicieron lo que se volvería un estudio muy famoso. Niños de cuatro años fueron traídos a un cuarto, uno por uno. En el cuarto, había una mesa con un malvavisco en ella. Un investigador le dio a cada niño una elección: o comer el malvavisco ahora o esperar unos minutos y tener dos malvaviscos en su lugar. El investigador entonces dejó el cuarto por 15 minutos. Solo el 30 por ciento de los niños no comieron el malvavisco cuando los investigadores se fueron.

Aquí está la parte interesante. Años después, los investigadores rastrearon a los niños de cuatro años que ahora eran adultos. Encontraron que aquellos que habían esperado 15 minutos tenían mejores calificaciones en la escuela, eran niños más populares y tenían menos probabilidad de tener adicciones a drogas. La fuerza de voluntad parecía ser un hábito clave que podía ser usado también en otros aspectos de la vida.

Estudios más recientes han mostrado resultados similares. Un estudio de 2005 en alumnos de octavo grado mostró que los estudiantes que mostraban mucha fuerza de voluntad tenían mejores calificaciones y tenían más probabilidad de entrar a mejores escuelas. Entonces la fuerza de voluntad es un hábito clave en la vida. Pero como podrás darte cuenta si has comenzado a ejercitarte más, la fuerza de voluntad puede ser inconsistente. Algunos días, ir al gimnasio es fácil, otros, es imposible dejar el sofá. ¿Por qué ocurre eso?

Resulta que la fuerza de voluntad es como un músculo: se cansa. Si lo usas en, digamos, una aburrida hoja de cálculo en el trabajo, podrías ya no tener fuerza de voluntad restante cuando llegues a casa. Pero haciendo hábitos que requieren fuerza de voluntad – como llevar una dieta estricta – puedes fortalecer tu fuerza de voluntad. Llámalo un entrenamiento de fuerza de voluntad. Otras cosas también afectan tu fuerza de voluntad. Por ejemplo, Starbucks encontró que la mayoría de los días, todos sus empleados tenían la fuerza de voluntad para sonreír, sin importar como se sintieran. Pero cuando las cosas se ponían estresantes – como, cuando un cliente comenzaba a gritar – ellos se enojaban. Basado en investigaciones, la compañía determinó que, si los trabajadores se preparaban para estas situaciones y planeaban como manejarlas, tenían suficiente fuerza de voluntad para seguir el plan.

Para ayudarlos, Starbucks desarrolló el método LATTE (por sus siglas en inglés): Escuchar al cliente, Reconocer su queja, Tomar acción, Agradecer al cliente, y, finalmente, Explicar porque ocurrió el problema. Practicando este método una y otra vez, los trabajadores de Starbucks aprenden que hacer en situaciones estresantes. Otros estudios han mostrado que, si la gente hace algo porque les dicen en vez de por elección, su músculo de fuerza de voluntad se cansará mucho más rápido.

Los hábitos de una compañía pueden ser peligrosos, pero una crisis puede cambiarlos.

En noviembre de 1987, un pasajero regular en la estación King’s Cross en Londres fue con un recolector de boletos y le dijo que acababa de ver un pañuelo quemándose cerca de una de las escaleras eléctricas del edificio. En vez de investigar el asunto o decirle a la gente de seguridad contra incendios, el recolector de boletos no hizo nada. Regreso a su trabajo, pensando que alguien más lo haría.

Esto no fue sorpresivo. El funcionamiento del tren subterráneo de Londres estaba dividido en muchas áreas claras, y el personal había hecho un hábito quedarse en su departamento. Con el tiempo, un sistema de jefes y subjefes se había presentado. Los casi 20,000 empleados del tren subterráneo de Londres sabían que no debían meterse en el camino del otro. La mayoría de las compañías son como esta: donde la gente pelea por poder y recompensas. Así que desarrollamos ciertos hábitos, como preocuparnos solo por nuestros propios asuntos. Poco después de que el recolector de boletos regreso a trabajar, un fuego enfurecido golpeó la sala de boletos. Pero nadie sabía cómo usar los rociadores o no se les permitía usar los extintores. Los rescatistas fueron llamados eventualmente después de que muchos empleados de la estación fracasaron en tomar acción, y los pasajeros estaban tan quemados que la piel se les caía cuando eran tocados. Al final, 31 personas murieron.

La tragedia fue que, a pesar de su sistema, ni un empleado o departamento en el tren subterráneo de Londres era responsable de la seguridad de los pasajeros. Pero incluso las tragedias pueden ser de ayuda: las crisis dan una oportunidad de cambiar hábitos al dar un sentido de emergencia.

Es por esto que los buenos líderes hacen que una crisis se sienta más larga o peor. Investigando el incendio en la estación King’s Cross, el investigador Desmond Fennel encontró que muchos cambios que podían salvar vidas fueron sugeridos años antes, pero ninguno había sido usado. Cuando las sugerencias de Fennel fueron rechazadas también, él convirtió la investigación en un circo mediático – una crisis que lo dejó hacer los cambios. Hoy, cada estación tiene un gerente cuya responsabilidad es la seguridad de los pasajeros.

Las compañías toman ventaja de los hábitos en su mercadeo.

Imagínate entrando a tu supermercado local. ¿Qué es la primera cosa que encuentras? Normalmente, son frutas y vegetales. Si piensas sobre esto, no tiene mucho sentido. Como las frutas y vegetales son suaves y fácilmente dañados por otros productos, deberían ser puestos cerca de las cajas registradoras. Pero los mercadólogos se dieron cuenta de que, si comenzamos comprando artículos sanos, es más probable que compremos artículos menos sanos, como galletas, mientras continuamos comprando. Esto puede parecer obvio. Pero los vendedores han encontrado maneras más sutiles de influenciar los hábitos de los compradores. Aquí hay un dato sorprendente: la mayoría de la gente dobla a la derecha cuando entra a una tienda. Es por eso que los vendedores ponen sus artículos más redituables a la derecha de la entrada.

Estos métodos tienen una desventaja; son una solución general y no cambian el comportamiento de compradores individuales. En las décadas pasadas, la tecnología ha hecho posible dirigirse mejor a los consumidores. Uno de los maestros de esto es Target, que sirve a millones de compradores y recolecta muchos datos de ellos.

En los 2000s, la compañía decidió usar su información para dirigirse a padres nuevos. Pero Target quería hacer más que dirigirse a padres nuevos; quería atraer a futuros padres antes de que sus bebés hubieran nacido. Para hacer esto, se dispuso a estudiar los hábitos de compra de las mujeres embarazadas. El análisis de Target funcionó tan bien que hizo mercadeo a una adolescente embarazada que no le había dicho a su familia. Target le envió cupones relacionados con bebés, haciendo que su padre visitara enojado al gerente del Target local: “Aun está en preparatoria”, dijo. “¡¿Están tratando de animarla a embarazarse?!” Cuando supo la verdad, fue el turno del padre de disculparse.

Pero Target rápidamente se dio cuenta de que a la gente no le gusta ser espiada. Para que sus cupones de bebé funcionaran, encontró una manera de enterrarlos en ofertas aleatorias de cosas como cortadoras de césped; las ofertas tenían que parecer como las familiares, sin objetivo. Cuando tratan de vender cosas nuevas, las compañías tratarán de hacerlo parecer familiar. Por ejemplo, los DJs de radio pueden hacer una nueva canción popular poniéndola entre dos canciones que ya son populares. Hábitos o productos nuevos son más probablemente aceptados si no parecen nuevos.

Target recibió críticas por su mercadeo, pero eso no significa que no fue un gran éxito. Las ganancias de la compañía crecieron de $44 billones en 2002 a $65 billones en 2009.

Los movimientos vienen de lazos fuertes, presión social y hábitos nuevos.

En 1955, una mujer negra llamada Rosa Parks se rehusó a darle su asiento de autobús a un hombre blanco en Montgomery, Alabama. Fue arrestada y los eventos después la hicieron un ícono de los derechos civiles. Su caso, aunque es el más famoso, no fue el primero. Muchos otros ya habían sido arrestados por la misma razón. ¿Entonces por qué el arresto de Parks comenzó un boicot que duró más de un año?

Rosa Parks era muy querida en la comunidad y tenía muchos amigos. Ella pertenecía a muchos clubes y estaba conectada con gente desde profesores hasta trabajadores regulares. Ella trabajaba como secretaria de la división local de la NAACP, estaba involucrada en una organización de jóvenes en una iglesia y pasaba su tiempo libre ayudando a familias pobres con costura, mientras aún ajustaba vestidos para familias blancas ricas. Era tan activa en su comunidad que su esposo decía que comía con amigos más que en casa.

Parks tenía lo que se conocen como lazos fuertes – relaciones con gente de diferentes partes de su comunidad. Estos lazos no solo la liberaron bajo fianza; difundieron la palabra de su arresto, empezando el boicot de autobuses. Pero solo sus amigos no hubieran podido mantener el boicot. Aquí entra la presión social. Así como hay lazos fuertes, hay lazos débiles, es decir, conocidos. Es a través de lazos débiles que la presión social ocurre. Cuando los amigos y conocidos de una persona apoyan un movimiento, es más difícil detenerlo.

El boicot se frenó conforme los oficiales de la ciudad hicieron nuevas reglas para hacer la vida sin autobuses más difícil. Aquí es cuando la parte final ocurrió: un discurso por el Dr. Martin Luther King Jr. Basado en su mensaje, la gente empezó a formar nuevos hábitos, como comenzar reuniones en la iglesia y protestas pacíficas. Estos hicieron al movimiento una fuerza auto propulsada.

Nosotros somos responsables de cambiar nuestros hábitos.

Una noche en 2008, Brian Thomas estranguló a su esposa hasta la muerte. Alterado, se entregó y fue juzgado por asesinato. ¿Su defensa? Él tenía terrores nocturnos. Investigaciones han mostrado que, diferente al sonambulismo, durante el cual la gente se para de la cama y actúa impulsos, cuando una persona tiene terrores nocturnos, el cerebro se apaga, dejando solo las regiones básicas activas.

En este estado, Thomas pensó que estaba defendiendo a su esposa. En la corte, la defensa argumentó que cuando Thomas pensó que alguien estaba lastimando a su esposa, lo llevó a una respuesta automática – tratar de protegerla. En otras palabras, siguió un hábito.

Por estas fechas, Angie Bachman fue demandada por un casino por medio millón de dólares en deudas de apuestas. Esto fue después de que ella había perdido su casa y su herencia. En la corte, Bachman argumentó que ella estaba siguiendo un hábito. Apostar se sentía bien, así que cuando Harrah’s le envió ofertas para viajes gratis al casino, ella no pudo decir que no. (Harrah’s sabía que ella era una apostadora que ya había ido a bancarrota.)

Al final, Thomas salió libre y muchos se sintieron mal por él. Bachman perdió su caso y se burlaron de ella. Tanto Thomas como Bachman podrían decir: “No fui yo. ¡Fueron mis hábitos!” ¿Así que por qué solo uno de ellos ganó?

Una vez que nos percatamos de un hábito, depende de nosotros cambiarlo. Thomas no sabía que lastimaría a alguien mientras dormía. Bachman sabía que tenía un hábito de apostar, y pudo haber evitado las ofertas de Harrah’s uniéndose a un programa que hubiera detenido a las compañías apostadoras de hacerle mercadeo.